viernes, 2 de febrero de 2007

















































siempre les avisaré: no se acerquen.
déjenme oir las cosas, su música.
al tocarlas enmudecen inmóviles.
vosotros me matáis todas las cosas.

rilke












(no- sino)


quien no crea en el destino prueba que no ha vivido
cioran


ver el cáliz casi vació
cambiar el marco
no doblegar la puerta
borrar del cielo
la caída del pájaro de su nido.




















yo insomne


un tanto especulativo
pensando en alto todo el tiempo
por lo general me encabalgo
pensar y hablar
suena ripio
no puedo dejar de escucharme
y no puedo hacerme callar
no puedo tapar los oídos en medio de la calle y hacer silencio
y creo salir del trance
oscuro en los tiempos
claro en mañana de buen dormir, que son las menos
arcaico en las lecturas
en resumen, especulativo pero cierto.


























quizá no todo placer sea alivio


el miedo va asociado al dolor
y el dolor nos infunde miedo
para qué mirar dentro de la zanja
de autopista de infinitas capitales
en los subterráneos
suturas, cicatrices que dejan
ex profeso, sus hilos y andamiajes al descubierto
que de tanto no comer se nos seca la razón
de paso la moral, la culpa
que padecemos de un misticismos
a rato comedia del ingenuo

enumero mis ingenuas deudas:
juan herrera y el descrédito de la redención
cori y mi vanidad de showman zooropa
damsi y mi aversión a intercambiar
ropa con cualquiera
o a vendar las estatuas
con nicolás y germán perdí la fe
en los marxistoides artificios lingüísticos
con jaime lo circunspecto de las veladuras.




cuándo perdí mis escritos de 30 años pedí la bala
pero me sentenciaron a seguir escribiendo…
y a negarme:

primera negación matar a mi madre

segunda negación cambiarme el nombre


tercera negación pagar mis deudas











la soledad es necesaria si pretendemos negarnos,
negarse es buscar la soledad so riesgo de quedarnos
definitivamente solos.


















siempre me busca la muerte



la presiento cuando esta cerca percibo como su hálito se escurre por las esclusas bajas y junto a las aguas se desborda y recorre más allá de los lechos de los cursos. cuando miré los ojos muertos de mi abuelo vi lo que sólo volví a ver en los de indra perder un hijo invoca al ángel de la muerte como esperando a una plaga de langostas. está infesta.

la observo en los ojos de mi abuelo en la frente cianótica de mi tío en el beso que di a mi abuelo y a mi tío en pleno trance oscuro. he vuelto a verlos en cada sueño. se que veré a su hijo en algún sueño lo presiento, lo sé.

en aquella noche que transmitía su dolor sentí cada centímetro de las agujas y cánulas recorrer su piel, menos y más que blanca, aciaga de venas donde posarse. podré entender la muerte de la madre al morirse el hijo ya ni indra ni el hijo habitan en el cuerpo de la madre. ya la madre no es madre y el hijo no es hijo, sólo el desierto podría recibirlos con su dolor, calcinando sus vestigios.


































qué-darnos





siento en mi espalda recorrer la gota mas fría, siento como el oxigeno penetra mis poros como la dicha que provoca el beso en donde termina el mentón y empieza la oreja dado por la lluvia del sur de chile, me va reconciliando con sus manos y con su cuerpo menos que delgado y con la infinitas enredaderas que son sus piernas. he abierto el círculo. Será que algo tendremos que darnos- me dices y te respondo con silencio, con la embriagues de aquella madrugada en que nos entregamos todos en que fuimos paisaje desnudo en plena selva valdiviana. esta profundidad nos extinguió bajo los alerces y los hualles y repites -será que algo tendremos que darnos- te invito a mirar desde las islas sumergidas en verde y veras dos cuerpos de líquenes y musgo.















































































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